EL OCHO Y EL BOLA
Érase una vez un niño tan pequeño como un ocho. Tenía un amigo que se llamaba Bolo. Un día estaban cortando leña con el hacha y se hizo de noche. Luego, los dos niños se fueron a su casa.
Al día siguiente, se fueron a jugar a astronautas y por la noche, cuando se fueron a dormir, soñaron con ser astronautas y cuando el niño tan pequeño como el ocho y su amigo Bolo se hicieron mayores, su trabajo era ser astronautas.
Llegaron a la Luna y fueron felices.
Lucas.
EL NIÑO QUE DESCUBRIÓ UN UNICORNIO.
Érase una vez un niño llamado Raúl. Su sueño era poder ver un unicornio, pero no podía verlo porque la luz no le dejaba. Un día se fue a la cama y tuvo un sueño muy extraño. En ese sueño vio un unicornio que estaba comiendo romero de una planta. El niño se acercó al unicornio y le dijo:
-¿Soy tu amigo?
Y el unicornio respondió:
-¡Brrrrrrrr!
El niño entendió que sí que quería ser amigo suyo.
Los dos fueron los mejores amigos.
El unicornio lo llevaba a caballito.
Se lo pasaban bomba juntos. Jugaban a la oca, al parchís y a otros juegos. Pero, de repente, la madre del niño se acercó y le dijo:
-Raúl, ¡despierta!
Todo fue un maravilloso sueño.
Raúl
EL AVESTRUZ QUE QUERÍA VER UN LAGO
Érase una vez un avestruz que soñaba con ver un lago. Un día se encontró una oveja. El avestruz se acercó y le preguntó:
La oveja respondió:
- ¡Sí!
Al avestruz le apareció en su cara una gigante sonrisa.
Andaron y andaron hasta que se hizo de noche. A la mañana siguiente se encontraron con un árbol. El árbol como se habían perdido les dijo:
-Cuando veáis una luna, ella os guiará con una luz.
- ¡Gracias! Dijo el avestruz. Estaba tan contento que en el corazón le salía una sonrisa gigantesca y le dio un beso a la oveja y luego otro beso al árbol.
Ese día apareció la luna y les guió. Al final llegaron al lago y el avestruz pudo verlo y allí vivieron felices y comieron perdices.
Marc
EL CORAZÓN DE ORO
Érase una vez una noche de luna llena. Era un día muy especial para Iván, un niño de diez años que quería irse de excursión porque su padre le había dicho que hacer una excursión en una noche de luna llena era muy agradable, y así fue como el deseo de Iván se había hecho realidad. Le dio un beso a su madre y se marchó a la excursión. Pasó varios días fuera de casa y conoció a unos cuantos amigos. Un caballo llamado Perdigón y un avestruz llamado Veloz.
Un día los tres amigos iban paseando y se encontraron un árbol muy grande. A Iván le sonaba mucho aquel árbol, era el que le había descrito su padre. La historia que le había contado decía que tenía un corazón de oro. Sólo había una manera de averiguarlo. Ellos sabían que tendrían que cavar las tripas del árbol. Veloz, el avestruz cavó con el pico, Perdigón, el caballo cavó con las pezuñas e Iván con las manos y allí estaba el corazón de oro.
A la vuelta regresaron victoriosos e Iván les presentó a sus padres sus nuevos amigos, y como os podéis imaginar aceptaron que se quedaran a vivir con ellos.
Para acabar ese día tan agotador de recompensa se bañaron todos en el lago.
Jesús
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