Un día, al encontrarse, tuvieron una conversación en la que se
contaron la experiencia que habían tenido cuando se encontraron con los
cazadores del bosque.
El alce se enredó con los cuernos en las ramas y consiguió
escapar de milagro y el zorro, por tener las patas cortas y la cabeza cerca del
suelo, no tenía visibilidad y se llevó un gran susto.
Los dos decidieron cambiarse las patas para poder huir mejor
cuando los cazadores los acechaban.
El zorro, con aquellas patas tan largas, no podía entrar a los
gallineros.
El alce, con sus patas cortas no llegaba a las ramas de los árboles
para alimentarse.
Los dos estaban desesperados y de mutuo acuerdo decidieron
volver a cambiarse las patas.
Así, pudieron volver a alimentarse como siempre.
Los dos aprendieron unja importante lección:
La naturaleza es
sabia y tenemos que apreciar lo que a cada uno nos da.
Pablo
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